jueves, 7 de marzo de 2013

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Aquella mañana, igual que todos los días, en aquella casa todos se preparaban para ir al trabajo. El padre había madrugado más por tener un turno en la fábrica de seis a dos. La madre entraba en la oficina a las ocho y desayunaba precipitadamente, ya que tenía el tiempo muy justo para llegar a su hora. Los tres hijos, de ocho, diez y doce años tomando el desayuna, con mochilas puestas en las espalda.

Con el último bocado de la tostada en al boca salían por la puerta precipitadamente para coger el autobús que los recogía a unos metros de su casa para dejarlos en el colegio.

¿Cómo se quedaba la casa?

El microondas sucio, el tostador igual, incluso conectado, en la mesa, todos los cubiertos de haber servido el desayuno, servilletas de papel sucias, el bote de tomate, el recipiente del aceite, la mantequilla, las sillas ninguna de su sitio, los vasos de haber tomado la leche todos sucios, las cucharitas igual, las camas sin hacer, los pijamas en el suelo de los dormitorios.... en fin un desastre.

¿Quién arreglaba todo aquello?

Aquella mujer de setenta años que era la madre de aquella única hija y viuda desde hacía más de veinte años, abuela de aquellos tres nietos, que por encontrarse todavía en una condiciones físicas, que a pesar de dolerle todos sus huesos, se defendía haciendo las labores de la casa, gracias a la lavadora, que desde que la compraron dejó de lavar a mano.


A las 8 y 30 empezaba el horario de trabajo de esta mujer. Primeramente la cocina, empezando por lavar toda la vajilla de la noche anterior- que como no había una hora fija para cenar- se acumulaban los platos sucios para por la mañana, todo lo sucio del desayuno, limpieza de la cocina y a la misma vez preparando la comida para el medio día, que todos llegaban a las 2 y no hacían nada más que sentarse en la mesa, diciendo,¡venga abuelita que traemos hambre!!. Arreglar cuatro dormitorios, barrer y quitar el polvo a todo el piso, preparar la lavadora, tender la ropa, y por la tarde, de que fregaba la vajilla  y tiraba la basura, recogía la ropa seca y se ponía a planchar.

Aquella mujer lo único que disfrutaba, mientras planchaba, ver el programa de Ana Rosa Quintana "el chismorreo" de las revistas del corazón. Cuando venía la hija, se iba hacer "aeróbic". Los niños a su cuarto y ella preparando la cena, al gusto que cada uno quería.  Cuando esta mujer se sentaba a las diez de la noche, no podía ver ni televisión ni nada, era a dormir.

Aquella mañana era 8 de Marzo, se celebraba el día de la mujer trabajadora, cuando se iba la hija le dice a la madre, hoy no me esperes para comer mamá, que vamos a celebrar el día de la mujer trabajadora y nos juntamos las amas de casa para comer juntas, tú le preparas lo que quieras a Ramón y a los niños.

Cuándo llegaron los niños a la casa y se sientan a la mesa, le preguntan a la abuela, ¿No ha venido todavía mi mamá a comer?

-No Pepito, hoy es el día de la mujer trabajadora y tu madre lo está celebrando con las amas de casa.

-Abuela, ¿Y a dónde lo están celebrando?

-Yo creo que me ha dicho en el Hotel Hidalgo.

-Abuela,¿por qué no me llevas que quiero ver a mi mamá?

-Ve tú solo.

-Abuela, yo quiero que tú vengas conmigo.

La convenció y se dispusieron los dos camino del Hotel Hidalgo.

Cuando llegaron, al querer entrar donde se estaba celebrando aquella reunión de mujeres trabajadoras, el camarero los detuvo diciendo que aquello no era ni para niños ni para viejos.

Pero Pepito insistió diciendo que quería ver a su mamá.

Pasó, y dirigiéndose a la presidencia, que ocupaba su mamá, se quedaron todas sorprendidas.

Y aquel niño, que ha pesar de tener doce años, en aquellos momentos se vistió de hombre se dirigió a todas y pidiéndoles un momento de silencio les dijo solamente.

-¿ES QUÉ EL DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA NO ES NADA MÁS QUE PARA LAS QUE COBRAN? Y LAS QUE TRABAJAN COMO MI ABUELA Y NO COBRAN NADA, ¿CUÁNDO ES SU DÍA?

Aquellas mujeres se pusieron todas de pie, y dando un fuerte aplauso la sentaron en la presidencia cubriéndola con todos aquellos ramos de flores que habían recibido.

Aquella mujer había recibido el único homenaje después de setenta años como mujer trabajadora.


Así, trabajéis o no trabajéis:




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