viernes, 1 de febrero de 2013

LA LEYENDA DE NUESTRO AMOR

Cuentan las leyendas que en la Edad Media había un paraíso lleno de color de corazones alados. De hadas y duendes donde están las almas enamoradas, las saben amar.

Cuenta la leyenda, que lo fundaron, dos amantes, con corazón de diamante. Una pareja ejempla, vivía en la pobreza, pero con toda su riqueza, que era su amor, amar. Quisieron reafirmar su amor, dando vida a la vida, para traer a un nuevo ser, fruto de los dos, frutos del amor. Ella con su preñez, seguía haciendo feliz..., a su amor, sus nueves meses de pasión. Pero la desdicha llamo a su puerta,días de nieves, fríos y heladas, cuando el bebe..., decidió hacer su entrada. Él, esmerado acariciaba a su amada, con caricias, amor, ánimos, pasión. El nuevo ser no podía salir, cual horca segaba su cuello, su propio alimento..., el que vida le daba, ahora la penuria llegaba, en un fuerte nudo hallaba. Antes de abrir su mirada, apagando su luz, sin nadie poder hacer nada. Él salió corriendo en busca de ayuda, en la noche fría, entre la noche oscura. Él a ella le dijo... No temas amada mía, con ayuda vendré, y saldremos airosos, no tendremos desdén. En su caballo a galope, el corría entre la tormenta, un alud a la vuelta, cayó sobre él. Casi en su agonía, solo veía a su amada, el pedía a gritos, sálvamelos cuida de ellos, lo necesito, no puedo partir sin verlos. Ella entre dolores, intentaba parir, cuando un vuelco el corazón, le hizo decir. Algo no va bien, algo pasa aquí, siento pena no dolor, te necesito amor...te necesito clamaba. En esos momentos, de la nada surgió una luz, como una aparición maravillosa, en un gran resplandor apareció un Hada, era el Hada madrina de los dos y junto a ella vio a su amor. Sin palabras ellos se abrazaron, él cogió al pequeño, que yacía entre las piernas, sano y vivo, acogiéndolo entre sus brazos, con su alma se quedó. Ella se recompuso, su ser volvió. Su amado le dio la mano, la besó nuevamente para que se dejara llevar, ella vio a su hijo reír, entre los brazos de su padre. Déjamelo coger, déjamelo acariciar, es nuestro corazón, latiendo a un mismo son. Se abrazaron del manto de su Hada, agradecieron, lloraron, ya eran tres ahora. El Hada con voz dulce pero firme, mirándolos sentenció: "Es el premio a vuestro amor y constancia al que he acudido y salvado, he sabido de vosotros del sufrimiento que habéis padecido, os recompenso con la felicidad". Tras la nevada la primavera llegó, el deshielo, las flores... Verdes coloridos, rosas rojas de pasión, y en medio, una casita de mucha ilusión. Rodeada de flores, con gran luz, dando la sensación, de querer llamar la atención. Allí estaban los tres, de la familia que creció, tan unida, y que en piedra se quedó.

Dicen las leyendas, que en la noche, la casa brilla, haciendo un haz de luz. Que sale desde la casa, que emerge en los cielos, y se puede ver en las estrellas, un Pegaso cual corcel, que lleva a esa pareja, y un angelito tras él.

Cuentan las leyendas que el amor era tal entre ellos que en la actualidad bajan de su gran corcel para salvar y proteger parejas de corazones alados que como ellos, saben amar y persistir ante cualquier adversidad.  Dándoles como gracia un AMOR ETERNO tan infinito y ejemplar que sus almas, siguen vivas, amándose para la eternidad.

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